Independientemente del tipo de piel que tengamos y del efecto que queramos conseguir, las mascarillas tienen un objetivo: mejorar el estado de la piel. Antes de aprender los tipos de máscaras faciales, averigüe cómo funcionan las mismas.
¿Cómo funciona una mascarilla facial?
Las mascarillas faciales están diseñadas para crear una oclusión. Oclusión (latín occlusio ‘cierre’), que forma una capa sobre la piel después de aplicar un cosmético. Su objetivo es proteger la piel contra la pérdida excesiva de agua reduciendo o previniendo la evaporación del agua de la epidermis.
Tipos de Mascarillas
Mascarillas nutritivas e hidratantes
Son el elemento básico para el cuidado. Aunque se pueden utilizar para todo tipo de piel, son los más recomendados para el cuidado de la piel seca. Las mascarillas nutritivas e hidratantes contienen sustancias activas muy fuertes, por lo que penetran profundamente en la piel, a la que nutren y devuelven su elasticidad. Estos son: mantequilla de karité, ácido hialurónico, aceite de semillas de cereales, vitaminas y otros minerales. Se pueden utilizar durante todo el año: en invierno protegen la piel de las bajas temperaturas y en verano la protegen de los rayos solares.
Mascarillas Limpiadoras
Están especialmente recomendadas para personas con pieles grasas y mixtas. Las mascarillas limpiadoras contienen ingredientes con efectos calmantes, purificando los poros y eliminando las impurezas. Los más comunes son la arcilla (verde, blanca o azul), el óxido de zinc y el mentol.
Mascarillas Reafirmantes y Suavizantes
Están destinadas para mujeres mayores de 40 años, cuya piel se vuelve cada vez menos elástica, lo que provoca la aparición de arrugas. Las mascarillas suavizantes y reafirmantes restauran la elasticidad de la piel gracias al contenido de principios activos, como las auxinas de los cereales y del arroz, así como de las vitaminas B5 y B6.
Mascarillas Calmantes y Tonificantes
Hidratan, reducen las molestias y favorecen la eliminación de los capilares dilatados. Las mascarillas calmantes y tonificantes se basan en aceites esenciales, plantas (por ejemplo, rosa, iris, manzanilla) o aguas termales.
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